Álvaro Morata se ha convertido en nuevo jugador del Milan en uno de los movimientos más impactantes del verano, tanto a nivel deportivo como social. Apenas dos semanas después de asegurar su permanencia en el Atlético de Madrid, Morata ha firmado un contrato de cuatro años con el Milan, que ha pagado su cláusula de rescisión.
Las últimas semanas han sido una vorágine para Morata. Inicialmente, comunicó al Atlético su intención de irse a Arabia para jugar en el Al-Qadsiah, el equipo de Míchel y Nacho. Con todo listo y los documentos firmados, se echó para atrás y publicó en Instagram su deseo de ganar títulos con el Atlético. Sin embargo, rápidamente cambió de opinión y decidió marcharse.
Cansado de las críticas y algunos episodios desagradables en España, como él mismo mencionó en una entrevista y un documental de LaLiga y Netflix, Morata llevaba meses considerando su salida. "No soy infeliz, para nada. Pero es verdad que en España me cuesta mucho ser feliz", declaró en El Mundo.
El interés del Milan por Morata no es nuevo. Hace siete años, el club italiano ya se acercó al delantero cuando estaba decidido a dejar el Real Madrid, pero acabó fichando por el Chelsea. Esta vez, la intervención de Ibrahimovic, quien le llamó para convencerle de unirse al Milan, fue decisiva. Aunque Morata estaba en conversaciones con el Al-Qadsiah y la Juventus, finalmente optó por los 'rossoneri'.
En el Milan, Morata encontrará un nuevo comienzo lejos del escrutinio español. Su carrera ha sido variopinta y exitosa, habiendo jugado en dos grandes de España, en la Juventus y ahora en el Milan, además de ser campeón de Europa y de Eurocopa. Su fichaje por el Milan añade otro capítulo a su historia, y se espera que su desempeño en Italia sea tan impactante como su traspaso.
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