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Modric, la Batuta Escondida del Madrid que Ancelotti No Puede Ignorar

En los dos primeros partidos de la temporada, el Real Madrid ha dejado entrever un dilema que podría definir su destino en las próximas competiciones: la necesidad imperiosa de un jugador capaz de controlar los tiempos en el mediocampo. Con Kroos en un rol secundario, todas las miradas apuntan al eterno Luka Modric, un veterano que, a sus 38 años, sigue siendo la brújula que dirige la sinfonía blanca.


Sin embargo, el plan inicial de Ancelotti parece relegar al 10 al banquillo, priorizando la energía y el despliegue físico de Valverde, Tchouaméni, Camavinga y Bellingham, quienes dominan la medular en cualquier formación que el técnico italiano elija, ya sea un 4-2-3-1, un 4-3-3 o un 4-4-2. Pero la realidad sobre el césped ha demostrado otra cosa: con Modric en el campo, el equipo juega a otro ritmo, el control es más preciso y los mecanismos se asemejan más al Madrid que conquistó Europa en dos de las últimas tres temporadas.


La figura de Modric emerge como la pieza que podría reconciliar al Madrid con su mejor versión, esa que domina y no solo corre. Ancelotti, ante el desafío de balancear la juventud con la experiencia, se enfrenta a una decisión trascendental: confiar en la energía de los jóvenes o en la sabiduría del croata.

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